Déjame te cuento que lo que me sucedió hace ya varias semanas, pensé en dejarlo pasar, pero siento que debo contarlo.
Te platico, estaba en un evento público, en plena calle del centro de la ciudad, lleno de gente, la mayoría mujeres, las actividades estaban por empezar, cuando de pronto hubo algunos inconvenientes y para no perder la dinámica, el animador invitó a quien quisiera a pasar al frente y ofrecer algunas palabras a los asistentes. Sentí una cosquillita en mi interior y mi mente comenzó a dar forma a un discurso chiquito y bonito, tal como lo pedían.
La primera voluntaria pasó al frente, dio su discurso breve y emotivo. En seguida se hizo una especie de silencio después de que el animador solicitó otra voluntaria… yo ya tenía mi discursito armado en la mente, pensé en alzar la mano, decir "yo", pararme tomar el micrófono y hablar, pero, mis manos comenzaron a sudar, mi estómago se sintió vacío, tragué saliva aunque sentía la boca seca, sentí que mi rostro se ponía rojo y mis pies se anclaron al piso ¡Todo eso en segundos! ¿Te ha pasado?... Desde luego en ese tiempo alguien más se animó, pasó al frente y dio un muy lindo discurso.
Sí, la timidez me traicionó, una vez más; no me animé a pasar al frente, no di ningún discurso, no hablé, no me moví. De hecho ni siquiera le iba a contar esto a nadie, pero decidí que en estos detalles está el aprendizaje.
Siempre he sido tímida, desde que estaba pequeña me resultaba difícil pasar al frente, exponer en clases era una tortura hasta que poco a poco fui adquiriendo herramientas para que esos momentos no me resultaran tan tortuosos, por lo general me preparaba bien, simplificaba ideas, aprendí a usar tarjetas, pero la timidez no se fue, aún me costaba ofrecerme como voluntaria a pasar al frente o ser muy activa en las participaciones en clase. Esto último no me incomoda, aprendo más escuchando, ya que mi canal principal de recepción de información es el auditivo (después les hablaré de esto), en fin, incluso en algunas reuniones familiares solía permanecer callada; no en vano un primo se reía de mi y me decía que "cómo iba a ser locutora si nunca hablaba", nada qué ver pero bueno, no me imaginaban hablando y hablando... aunque ¡ya lo logré! Hablar en radio sí es muy divertido.
Obviamente la timidez no es una gripe que se quita en 5 días, pero poco a poco debido a una de mis pasiones me involucré en proyectos gracias a los cuales fui obteniendo otras habilidades, hice muchas entrevistas, tuve que hablar en público, tuve que estar en entrevistas en televisión, radio, periódicos y comencé a dominar poquito mi timidez. Digo "porquito" porque está claro que la batalla aún continúa.
Sin embargo, hace poco escuché que la “timidez es una actitud aprendida”… ¡Tras! Sentí un balde de agua fría, no sé si sea cierto, no sé dónde la habré aprendido pero tal parece que la aprendí bien (¡Ja!).
Total que con todas las actividades que realizaba me daba ánimos para pasar al frente de un público y no me salía tan mal. Me fui acostumbrando a los micrófonos y poco a poco me voy acostumbrando a la cámara. Así mismo, he aprendido a dejar de buscarle defectos a mi imagen y a mi voz, ambas cada vez me gustan más.
Creo que el próximo reto serán las conferencias o charlas ante un auditorio, como pueden comprobar eso aún me impone bastante, sin embargo, ¡descubrí algo nuevo!, te cuento: Antes, cuando alguien pedía voluntarios para pasar al frente, de inmediato lo descartaba, pero ahora, por primera vez mi mente lo consideró, por primera vez me sentí incómoda por esa timidez, por primera vez sentí que me estaba limitando. Me di cuenta que era momento de obtener otras herramientas, de trabajar en algo que ya me estaba incomodando, en algo que podía mejorar.
Y así es como la incomodidad puede brindarte la oportunidad de mejorar. Yo me quedé con la espinita de aquel discurso que no di, pero me dio pie a una buena reflexión.
Bien dice la frase: Cuando llegué el momento de un cambio, el universo te va a incomodar tanto que no verás otra opción que transformarte.
Creo que eso es bueno darse cuenta de que dejar de hacer algo comienza a incomodarnos, eso significa que estamos cambiando, aprendiendo, evolucionando, como tú quieras llamarlo, eso significa que ya nos pesa más lo que estamos perdiendo por la seguridad de estar en donde estamos o de ser como somos.
Yo aprendí que tengo que animarme más a otras cosas... ¿tú te has sentido así respecto a algo? No se trata solo de hablar en público, también puede relacionarse con fortalecer tu empresa, con aprender a cocinar, con empezar a vivir con tu pareja, mudarte de ciudad, muchas cosas.
En fin, por último solo quiero compartirte aquel pequeño discurso que no dije, solo para que no se pierda en el mar de mis ideas y ojalá te guste, es breve, lo prometo:
Hoy quiero decirte que te animes a encontrar tu poder, ¿cuál es tu poder?, eso que siempre has querido lograr. Porque puedes lograr todo eso que has pensado o imaginado. Quizá no sea sencillo, pero puedes lograrlo si vas planificando los pasos necesarios para lograrlo. Tal vez deseas estudiar una carrera pero no te animas porque sientes que ya es tarde para hacerlo y te digo que nunca es tarde, anímate, comienza a buscar la forma, planea tus pasos, quizá lo primero sea buscar escuelas, ahorrar, matricularte… ve avanzando. Y así con cualquiera que sea tu sueño. Eres poderosa, más de lo que crees.
Algún día lo diré en público o diré algo mejor, pero me quedo con el aprendizaje y la emoción de que ya me incomodó perderme de algo y para la próxima será más fácil ser valiente.
Y ahora solo te digo que te animes a sentirte incómoda, anímate a ser valiente, a cambiar, a aprender, a hacer cosas nuevas, a hacer eso que tu corazón bien sabe que quiere. Podemos cambiar en cualquier momento, pero la incomodidad es ese detonador que hace más evidente lo que no queremos ver.
Gracias por leerme, poderosa, y si quieres comentar, seré feliz de leerte.
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