Vi la historia de esta mujer y quedé impresionada, impactada, inspirada ¡aún no la supero! y quiero que todas (y todos) la conozcan.
Cuando estaba chica me emocioné mucho con el personaje de una caricatura, me quería peinar como ella, pero obvio no me quedó igual, a mí se me esponjó el cabello y sin duda me frustré un poco o mucho; me rendí con ese peinado y posteriormente con muchos más porque pensé que eran incompatibles con mis rizos.
Hojeaba las revistas viendo peinados monísimos que creía que jamás serían para mí, llegué a creer que mi cabello era un defecto, tuve guerra declarada con el mismo, lo mantenía sujeto y ya.
Cuando vi la historia de Madam C.J. Walker en Netflix me identifiqué un poco, si tú has odiado tu cabello, si te han dicho que no puedes hacer algo, que determinadas cosas no son para ti, que no deberías usarlas, que no se te ven bien o que nunca lograrás lo que te propones y si a pesar de todo ¡no te rindes! Te identificarás con la protagonista tanto o más que yo, por lo tanto, no te puedes perder esta mini serie.
Un día me apareció sugerida en Netflix, al principio y me llamó la atención el título “Madam C.J. Walker, una mujer hecha a sí misma”, también me agradó que fuera de época, después vi un par de recomendaciones y fue hasta el pasado fin de semana que mi novio y yo nos propusimos a verla tras saber que fue la primera mujer afroamericana que se hizo millonaria vendiendo productos de belleza. Nos atrapó desde el principio y no pudimos dejar de verla más que para ir por la cena y seguir con la función.
Nos cuentan la historia de cómo Sarah Breedlove se convirtió en C.J. Walker, empresaria, filántropa y millonaria; construyéndose, tal cual, a sí misma después de haber sido una mujer maltratada por su pareja, madre soltera posteriormente y lavandera hasta el cansancio para poder sobrevivir.
Todo inicia con Sarah vendiendo productos de cuidado capilar en una calle, sin embargo, los productos no eran originalmente de ella, sino de alguien que la ayudó a mejorar la salud de su cuero cabelludo, la trató con un producto, sin embargo, cuando quiso ayudarla a vender no se lo permitió por no ser “una imagen adecuada” para sus cremas capilares; de igual manera Sarah no se dio por vencida, vendió productos a escondidas y cuando le confesó a su “benefactora” esta última se enfureció tanto que su relación aparentemente amistosa quedó fracturada de por vida.
Nuestra querida Sarah tras tan desafortunada pelea con su “benefactora” decide crear su propio tónico capilar convencida de que merecía más que ser solo una lavandera, su ambición y pasión daba para más, ella quería ir a por todo aunque le dijeran que no podía, aunque pareciera una misión imposible en una época en la cual el racismo en Estados Unidos (su país de origen) estaba más fuerte que nunca, además del machismo que impedía que las mujeres tuvieran todas las oportunidades que debían.
Para poder emprender mejor y con el apoyo de su segundo esposo e hija se muda de ciudad e inicia con la venta de su tónico capilar e incluso inicia con un salón de belleza.
Su misión partía del hecho de que deseaba que todas las mujeres tuvieran un cabello hermoso, por estética, por autoestima, por dignidad, para que se sintieran bien y su visión era la de tener toda una línea de productos de cuidado capilar que se vendiera en todo el país, a la par de sus salones en donde peinaba y arreglaba a las mujeres que antes no estaban acostumbradas a cuidar su cabello porque no tenían tiempo, oportunidad o porque sentían que no lo merecían.
Sarah adoptó el nombre C.J. Walker de su segundo marido y agregó el 'Madam' tras la sugerencia de una de sus clientas quien agradecida le dijo que su labor era tan apreciable que debería ser parte de la realeza, "deberían decirte Madam".
Y así fue como poco a poco, contra viento y marea, a pesar de que su marido le decía que parara de pensar en grande y se conformara con lo que había logrado, a pesar de que a veces nadie creía en ella, a pesar de que en una ocasión se le incendió su casa y mercancía, a pesar de que su enemiga se mudó a la misma ciudad para hacerle la competencia e incluso a pesar del machismo logró tener una fábrica y un imperio millonario que logró emplear a miles de personas.
Al final lo interesante es visualizar la determinación que tuvo para lograr cosas grandes a pesar de tener muchísimas cosas en contra. Sin dejar de lado sus relaciones personales y la manera en que se fueron transformando, su suegro es adorable, la relación con su hija tiene una evolución muy entrañable y la relación con su marido… es algo que tendrán que descubrir e incluso me ahorraré la reflexión al respecto para no hacer spoilers, aunque debo decir que es intensa hasta el final.
Sin lugar a dudas la serie me resultó inspiradora y por eso no dudé en venir a sugerirles… a pedirles que vayan a verla, porque de repente hacen falta contenidos positivos para ver, contenidos que nos llenen de sueños o que nos impulsen a seguir los que ya tenemos, que nos hagan creer que sí podemos y sobre todo que sí merecemos eso que deseamos.
La actriz que da vida a Madam Walker, Olivia Spencer, ¡es impresionante! no en vano tiene un Oscar en su haber, además ella también fue la productora a lado de varias personas más, entre ellas el basquetbolista LeBron James.
Véanla sin duda, está disponible en Netflix, consta de 4 capítulos de 45 minutos aproximadamente cada uno.
Y ten en mente que si Madame Walker pudo convertirse en una gran empresaria y cumplir sus sueños aun cuando las oportunidades para las mujeres eran muy escasas partiendo de ser lavandera, mujer y afroamericana sin estudios… ¡todas ponemos! Y no lo digo demeritando, sino enalteciendo su labor e invitándolas a inspirarse en casos de éxito.
"No siembras un árbol y esperas frutos al día siguiente"
Esta fue la frase que más me gustó de la serie, nos recuerda que hay que persistir, porque nada se construye de un día para otro.
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