Nunca creí que llegaría este momento ¡te lo juro! Mi abuela materna, Mamá María, tiene un jardín enorme lleno de árboles frutales, plantas medicinales, plantas de ornato y de todo, para mí era como una jungla o algo así.
Mi mamá también es una gran entusiasta de las plantas, incluso hay un video que abala sus palabras (Vean el video AQUÍ), sin embargo, para mí siempre fue una lata regar todas las plantas, porque realmente eran muchas y sinceramente necesitan dedicarles su tiempito para regarlas, abonarlas, limpiarlas, propagarlas, cambiarlas de maceta y más, por esa razón yo estaba convencida de que no, yo no iba a tener plantas o si acaso alguna que otra.
Y ¿Qué les digo?... bien dicen que si hablas intentes que tus palabras sean dulces para cuando tengas que tragártelas, yo ya me he tragado esas palabras de que ‘no tendría plantas’.
Estas son algunas de mis plantitas
Creo que ya les he contado la anécdota, no me gustaban las plantas, pero al comenzar a cuidar algunas que mi suegra tenía ¡Me atraparon! comencé a ver lo agradecidas que eran solo con un poco de riego y limpieza de hojas secas, porque se ponían más verdes, florecían o daban más retoños de hojitas.
Así que, fui cuidándolas cada vez con más atención, ya no solo las regaba, también comencé a aflojarles la tierra, comencé a cambiarlas de maceta cuando sentía que sus raíces estaban apretadas y seguí maravillándome ante la magia de ver un pequeño brote que va creciendo y fortaleciéndose.
Mi primer interés fueron las plantas medicinales y las que sirven para cocinar, que muchas veces coinciden en sus propiedades, tales como la hierbabuena, la menta, la albahaca y el romero que son mis favoritas; de hecho, lo primero que compré fue una albahaca.
Mi albahaca, la segunda que compré, la primera se la acabó una plaga.
Después comencé a enamorarme de las suculentas, porque guardando el respeto a cada una de las plantas que conozco y que desconozco, las suculentas se me hacen hermosas, agradables y super guerreras, porque de una sola hojita pueden generar una plantita completa, la mayoría son muy sencillas de cuidar, no requieren mucho tiempo, ni mucha agua.
Son un ejemplo de resiliencia, de abundancia, de resistencia, de generosidad, al menos para mí.
Así fui comprando algunas suculentas o plantitas de interior o medicinales, intercambiando con amigas o tomando algunas plantas del jardín de mi mamá, de esas de las que tenía muchas o de las que me gustaban, también llegué a pedir a algunas personas unos pedacitos de plantas, todo estaba tranquilo y normal.
Pero de pronto llegó ese momento que jamás pensé que llegaría: me robé una planta. No me enorgullece, pero, tampoco puedo decir que me arrepiento del todo, porque cuidé muy bien de no dañarla.
Confieso que siempre se me hizo una travesura graciosa que aplicaban mi mamá y mi Mamá María, en donde anduvieran, si les gustaba una planta y no tenían a quien pedirla, cortaban un poco pero con todo el cuidado y amor del mundo, porque tampoco se trata de dañarlas o de secarlas, más bien de propagarlas y disfrutarlas. Como te lo mencioné, ellas siempre han amado las plantas a niveles extremos o casi. Siempre les hacía bromas al respecto, me reía mucho de su sigilo y de su 'adicción a las plantas' como lo llamaba yo y bueno, ya caí en el juego. Dirán por ahí: me convertí en lo que juré destruir o mejor dicho, en lo que juraba que no sería.
Qué risa, ni el código de barras le quité a la maceta, aunque yo solo robé la matita, la maceta sí la compré.
Fue a penas una ramita la que corté de un árbol enorme de hule o gomero y eso sí, primero investigué si se podía reproducir por ‘esqueje’, cómo era que se cortaba sin dañar, dónde se tenía que cortar, cómo se tenía que cuidar y entonces sí puse manos a la obra, de manera sumamente cuidadosa, sin maltratar ni forzar, pedí el permiso correspondiente al árbol y le agradecí mucho su generosidad al regalarme la puntita de una de sus grandísimas ramas.
Y ahora ya tengo mi pequeña plantita de hule, es de interior (cuando está chiquita es de interior, al crecer ya se puede plantar en exterior y convertirse en un enorme árbol), crece muy poco al año, entre 10 y 15 cm aproximadamente y me encanta, ahora solo espero que sí se agarre bien a la tierra y le salgan sus raicitas preciosas, yo al menos seguí los consejos al pie de la letra.
¿Qué por qué no la compré?... Porque de momento no he podido ir a un vivero, porque el árbol enorme del que la corté podría darme una pequeña ramita sin problemas, porque no pensaba en maltratarlo o destruirlo, al contrario.
En fin, ya que les conté mi aventura las y los mantendré al pendiente de la evolución de mi planta, aunque sean pacientes, esa planta crece aproximadamente 15 centímetros al año, así que, el que no se seque será el verdadero triunfo y ya veremos el próximo año si creció algo.
Por último, no sé si estaré en la posición de decirles que ‘robar plantitas’ es malo, en realidad es mejor pedirlas, pedir un pedacito o intercambiarlas, pero si no te las regalan o no puedes pedírselas directamente a alguien, trata de tomar la plantita con todo el conocimiento de cómo hacerlo para evitar dañarla, córtala con mucho cariño, con respeto y sobre todo tómenla con agradecimiento.
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